miércoles, 5 de junio de 2013

Desde lo profundo de un diario.

Drama, una palabra fuerte que trae muchas cosas a la mente. Cuando te dicen que tendrás una clase de drama, piensas en actuación y crear prácticamente toda una escena dramática. La clase tiene un poco de ésto, pero a la vez es algo completamente diferente.


Las únicas instrucciones y pistas sobre la clase que teníamos era: llevar diario, dividir el curso en tres grupos. Nadie sabía que haríamos, algunos especulaban que nos vestiríamos con el diario y que en base a éso  haríamos una interpretación teatral o algo así, pero con lo que nos encontramos fue algo distinto y especial.
La clase comenzó con instrucciones como cualquier otra actividad. La disposición de la sala era distinta a las otras veces: todas las sillas estaban acomodadas una al lado de la otra formando un gran círculo dirigido hacia el centro de la sala para ubicarnos como observadores de la primera fase de esta actividad y en el centro de la sala, en el suelo, había diario y cinta adhesiva. Las personas del primer grupo debían ubicarse en el suelo, formando un círculo en el centro de la sala alrededor del diario que estaba al centro.


Las instrucciones fueron las siguientes: Deben pensar en una persona fundamental en su vida, que los ha hecho ser como son hoy. Luego de éso, con el diario y la cinta que tienen frente a ustedes deben construir un objeto que represente a esa persona. Mis compañeros comenzaron con la mano de obra, mientras nosotros observábamos en silencio su trabajo, paciencia y su creatividad, tratando de adivinar que formaba cada uno. Pasaba el tiempo y los objetos iban tomando forma, se veía una pelota, unas rocas, unos grandes lentes, una pala y así estos y otros objetos se convertían en algo más que sólo diario.
Se terminó el tiempo para crear, y llegó el espacio para mostrar. Empezamos a tomar fotos a cada uno con su objeto, una gran sesión de fotos tuvo cada persona con lo que había creado a través de sus manos y su mente.
Cerramos las cortinas, apagamos las luces, nos sentamos todos en el suelo alrededor del círculo del grupo que estaba realizando su actividad y comenzó el momento más íntimo que pudimos generar, un momento inigualable e indescriptible, que generó tantas emociones como sonrisas y lágrimas pude generar.




 Uno a uno se pararon en medio del círculo  para hablar de su objeto y de la persona que estaba relacionada a él. Resultaron muchas emociones de esas pláticas: Hermanos, abuelos, padres, parejas, amigos, creencias, diferentes sujetos salieron de cada persona y me hicieron reflexionar sobre cada persona que hablaban, reflejado en mi vida. Reflexión, sentir, emoción, sensaciones, empatía, conocimiento... muchas cosas sucedieron, muchas cosas aprendí de cada persona que presentó, cosas que no imaginaría que existieran detrás de cada uno, historias que guardan las personas y que nosotros fuimos afortunados de escuchar. Esa confianza no se adquiere de la nada, la confianza para contar, a otras personas, historias profundas del corazón.

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