Luego de eso lo abracé, el sentimiento de ese momento era inexplicable. Lo volví a mirar y nos volvimos a besar…para cuando nos dimos cuenta estábamos rodeados de gente, creo que era algo tan inesperado para todos, incluso para nosotros, que nadie evitó molestarnos.
La noche siguió, todo era genial…tener a Diego conmigo así era fabuloso. Bailamos, nos reímos, y nos mirábamos sonrojados… era como si lo sucedido no fuera real ni para él, ni para mí. Pero la noche no era eterna y ya debía irme. Mis papás pasaron por mí y no pudieron evitar ver esa sonrisa de oreja a oreja en mi rostro.
- Hey hey señorita! ¿Pasó algo bueno esta noche? Te veo contenta – Dijo mi mamá, con mucha curiosidad.
- ¡Ay mamá! Solamente lo pasé muy bien… -me sonrojé al instante.
- ¡Mmmh! Me suena a hombre eso.
- Ya déjame mujer, solo ¡estoy feliz! - respondí con una risa algo tímida.
Los días siguientes nos mandábamos mensajes a través del celular, nos decíamos “te quiero” y me decía muchas cosas lindas. Me sentía como en un cuento de hadas moderno, o tal vez en una película.
Los días pasaron y las cosas con Diego iban bien, al principio ninguno sabía cómo actuar, pero las cosas se fueron dando solas...
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