Luego de un gran receso producido
por el paro, todo se reanudó en la facultad. Volvieron las pruebas, las clases
y así pudimos volver a encontrarnos. Varias actividades quedaron pendientes,
por lo que no sabíamos con qué comenzar. Decidimos volver con la continuación
de Drama, para así cerrar ese hermoso ciclo de recuerdos y sensaciones
hermosas.
Era el turno del tercer grupo.
Ellos debían llevar una foto digital e impresa, de preferencia tomada por
ellos, de la persona más importante de sus vidas. Armamos una gran media luma
con las sillas en la sala, prendimos el proyector y comenzó el traspaso de las
fotos digitales, apagamos las luces, cerramos las cortinas y así conformamos el
ambiente para esta última actividad basada en el drama de los tiempos antiguos.
Las personas que conformaban el
tercer grupo de drama, junto al profesor Felix, formaron un círculo abrazándose
y/o tomándose de las manos, juntando las cabezas, formando un ciclo de energía
interminable, que fluía sin detenerse. Cada uno pensó en esa persona tan
especial que salía en su foto, el por qué, lo que sentían por ellos, por qué
esa persona y que lazo existía entre si mismo y la persona que aparecía en su
foto.
El azar decidió cuál sería el
orden de salida de cada persona. Quién sería el primero, el segundo, el tercero
y así hasta el último. Esto sería indicado por la foto que saliese en la pantalla.
Así fue saliendo cada persona, algunos hablando sobre sus sentimientos, otros
contando historias y unos pocos, diciendo unas pocas, pero no menos valiosas,
palabras. Hermanos, padres, amigos, creencias, diferentes rostros, parentescos,
lazos se veían reflejados en aquellas fotos y en las palabras que cada persona
dedicó en ese espacio.
Emoción, recuerdos, sentimientos
encontrados se manifestaron en mí, al momento de escuchar muchas de las
palabras dichas. Risas y lágrimas provocaron en mí, más de una persona.
Sentimiento de orgullo por mi familia y por las cosas que han atravesado, de
nostalgia por la niñez, de emoción por la vida en sí y otras tantas cosas que
venían a mi mente a cada segundo al escuchar de ellos el amor que sentían, el
cariño, el apoyo que esa persona les daba, que eran un ejemplo, que era su
guía, que era su luz en el camino, que la vida no sería igual sin esa persona,
y tantas otras cosas tan lindas y emocionantes, que permitían a cada segundo
que transcurría allí el conocer un poco más sobre quien hablaba, sobre quiénes
le rodean, sobre sus sentimientos o sus vivencias, sus gestos, sus
pensamientos. Pequeñas piezas de un rompecabezas que se armará a través de los
años.
Fue una actividad muy linda, una
finalización muy íntima y el cierre de una bonita trilogía de actividades en la
sala Brígida Flores, en las cuales afloraron muchos sentimientos. Sin duda una
sala que alberga tantas historias de vida y sentimientos profundos,
probablemente desde tiempos muy anteriores a nosotros y que albergará por
muchísimos años más.
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