Habíamos hecho nuestras máscaras, pero
faltaba algo muy importante...el decorarla y darle autenticidad. Nos
juntamos todos en la sala, para dedicar la clase a decorar como más quisiéramos
nuestras máscaras con muchos elementos: lana, mostacillas, lentejuelas, témpera diferentes tipos de papel, cola-fría silicona, plumas, etc. Había
muchos elementos para personalizarla lo más posible y que lo que resultara,
fuese creado totalmente por nosotros y que nos representara, para que mostrara
nuestro interior, que la creatividad dentro de nosotros simplemente fluyera. En
el mesón en el que yo estaba habían muchos elementos, sobretodo
lentejuelas.
Antes de empezar a decorar, Erna nos pasó
lijas y pasta muro para arreglarlas, varios le pusieron pasta muro a sus
máscaras para que quedaran lisas y hermosas, yo simplemente la lijé lo mejor
que pude, fui a buscar témpera, tomé el color blanco y la pinté, mientras otros
esperaban a que se secara la pasta muro, lo cual dio mucha firmeza a aquellas
máscaras.
Tomé una pluma calipso y la pegué en un
costado, luego cubrí todo el contorno de la pluma, formando una hilera de
lentejuelas negras, calipso y plateado. Al otro costado le pegué una pluma
naranja y la contorneé con más lentejuelas. Simplemente, luego de éso, me dejé
llevar y comencé a pegar lentejuelas de diferente forma, en diferente orden, me
encantaba como estaba quedando, sentía que era como yo soy y que reflejaba
todo lo que a mí me gustaba. Le coloqué unas lentejuelas de notas musicales,
una flor seca, unas mostacillas naranjas y "¡voilà!", mi máscara, a
mí parecer, estaba terminada.
Mientras la hacía, el mundo desaparecía
alrededor mío. Estaba tan concentrada y ensimismada en ella que lo que pasaba a
mi alrededor se esfumaba. Solo estaban mis pensamientos y yo, creando y
desarrollándose sin planearlos. No fue necesaria música, ni conversar, nada. Bastaba
con echar a volar mi creatividad y formar esa máscara que tanto me representaba.
No importaba si el resto la encontrara linda o fea, era lo que soy y así era
perfecta.
Muchas máscaras tomaban forma en esa sala:
árboles, colores, plantas, flores, diseños, antifaces, líneas, collages. Diferentes
diseños aparecían en las máscaras de los demás, y varias de las que vi me
hicieron mucho sentido con la persona que era dueña de aquella máscara,
definitivamente se habían dejado llevar y no la habían planeado, porque
demostraba su ser, sus sentimientos. Otras por el contrario, planteaban un
escudo de protección frente al mundo, el evitar que el resto vea mi verdadero
ser y más bien formar un escondite.
De todas formas, todos se divirtieron, fue
una actividad muy bonita que aún no termina, ya que esas máscaras recibirán
otros usos, más adelante. Aunque ya había hecho máscara de yeso una vez, nunca
tuvo el significado que tiene ésta, jamás le vi el sentido real que tiene y lo
que se puede hacer con ella.
"La máscara que usan
determinados hombres puede ser más cerca de la esencia,
más adecuada para su
ser que la cara que tienen."
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